Matar al patrón
Vivimos una época dorada para la comedia, en este país. Lo cierto es que sólo es así económicamente. La comedia tiene ahora un patrón y no llegó por casualidad. Tras su escampada de la autonómica, donde sí dirigía y escribía sus propios guiones, sobrevino la bestia. Una bestia que generaba crédito sólo con existir. Y ese crédito sirvió para algo: abrir un espacio real para la comedia, en televisión. Algo más que necesario. ¿Cuál es el problema, pues? La Bestia también tenía hambre. Hambre del inagotable talento para la comedia de guionistas y cómicos de Stand-Up. Ese hambre condujo a la Bestia a un estado de apoltronamiento caciquil, en el que ya nada nacía de su propio ingenio. Un ingenio que había gozado de la mejor salud habida y, ahora, yace moribundo pisoteado por la ambición, la codicia y el prejuicio indiscriminado. Mil cómicos fueron masticados...