Matar al patrón

  Vivimos una época dorada para la comedia, en este país. Lo cierto es que sólo es así económicamente. La comedia tiene ahora un patrón y no llegó por casualidad. Tras su escampada de la autonómica, donde sí dirigía y escribía sus propios guiones, sobrevino la bestia. Una bestia que generaba crédito sólo con existir. Y ese crédito sirvió para algo: abrir un espacio real para la comedia, en televisión. Algo más que necesario. ¿Cuál es el problema, pues? La Bestia también tenía hambre. Hambre del inagotable talento para la comedia de guionistas y cómicos de Stand-Up. Ese hambre condujo a la Bestia a un estado de apoltronamiento caciquil, en el que ya nada nacía de su propio ingenio. Un ingenio que había gozado de la mejor salud habida y, ahora, yace moribundo pisoteado por la ambición, la codicia y el prejuicio indiscriminado. Mil cómicos fueron masticados y escupidos, con desprecio contra el suelo. Otros mil devorados, a modo de alimento para la Bestia. Fama, chistes prefabricados, libros de estilo, autocensura y sólo algunos gags que salvan los platos. Cómo no, obra de una horda de talentos zombificados ante la voz de su amo. Talento filtrado, talento desaprovechado, ningún reconocimiento.

   En los últimos tiempos, la Bestia posee ya una gran fortaleza amurallada desde donde mira con soberbia y desprecio a todo talento acompañado de dignidad y orgullo. Su castigo: no formar jamás parte de la viciada sociedad fundada murallas adentro. Sociedad de esclavos enamorados de la comedia, encadenados al cuello a dólmenes de toneladas. Esclavos que, un día, encontrarán el modo de devorar a su Patrón y acabar con el Imperio Humorístico de la funesta Bestia. Espero con ansia ese día y no dudo un segundo que mi respuesta será bailar bajo esa lluvia de sangre y vísceras. La comedia habrá sobrevivido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Anecdótico

Fábula moderna

Entre velos