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Anecdótico

Cuando algo tan instintivo como respirar duele, ¿realmente hay solución? Es más, ¿merece siquiera una solución? No, lo insignificante parece no tenerla, menos aún merecerla. Ni solución ni tan solo un diminuto rincón donde arroparse cuando el frío acucia. Nunca podrás ser más importante que la pelusa que anida en el rincón que creías tu único y último refugio. Al fin y sl cabo, ¿no es tu propia existencia la muestra de no poder ser más que una mota de polvo? Inocua, invisble, definitivamente anecdótica. Así se resume tu diminuta existencia. Dentro hace frío y fuera... Fuera es casi imposible tan solo caminar. La ausencia total de espacio es casi tan aterradora como lo es la ausencia de vida. Ausente la tuya, de corazón apagado y desesperado por algo que pueda encender esa mecha. Pero no. Porque las anécdotas no respiran. Las anécdotas no sienten. Las anécdotas vienen al recuerdo arrastradas por un impulso sensitivo y son sólo eso, meros recuerdos, sólo anécdotas. Tendemos a pulular ent...

Fábula moderna

      Érase una vez alguien tan pequeño, tan pequeño, que tan solo era una diminuta bola gris. Como una canica con la que nadie jugaría, sin fantasías entre el vidrio ni vivos colores. Esta diminuta bola gris se pasaba el día rodando, de aquí para allá, observando a las personas que le rodeaban. Cuánta envidia les tenía... Pero no sólo les envidiaba, a muchas de esas personas también las admiraba. Admiraba su pasión, su jovialidad. Admiraba su capacidad de sonreír e ilusionarse y, lo que más admiraba y envidiaba, a la vez, era cómo podían influir en otras personas, cómo dejaban su huella unas en los demás. "Ojalá supiera ser como ellos", pensaba mientras no paraba de rodar entre unos y otros. Rodaba y se entusiasmaba, rodaba y se enamoraba, rodaba y se sorprendía pero siempre se lamentaba: "ojalá supiera ser como ellos". Un día como cualquier otro, la triste bola cayó por unas escaleras mientras observaba ensimismada a esas personas que tanto admiraba. Cayó y siguió...

Los límites del drama

     No pasa un día sin que ocurra. Pasa en nuestro entorno, a cada momento. En la prensa escrita, en televisión, en el cine, en la literatura. Mira a tu alrededor, también está ocurriendo. ¡Basta ya! No podemos permitir que esto siga así. Basta de drama. Desde aquí alzo la voz contra todas esas voces que banalizan el drama y lo usan como arma contra las personas. Tenemos que hablar de los límites del drama.      La guerra es un negocio, también para el periodismo. Como así lo son el cáncer o la actual pandemia. No sólo son negocios, son armas en manos de acaparadores de likes. El drama se utiliza como muleta para el rédito propio, se usa para vender entradas y suscripciones. El drama es usado para crear una imagen del que lo blande que dista mucho de la realidad. Desde Pedro Piqueras hasta Almodóvar, pasando por Sofia Coppola o cualquier escritorzuelo mediocre endiosado. Y parece que a nadie le ofende. A nadie le ofenden las imágenes sádicas que nos muestr...

Canibus

[Este relato fue presentado en calidad de candidato al 1r Concurso de Relatos de La Compañía del D20, una asociación lúdica situada en Cabra, Córdoba. Tras haberse pronunciado el veredicto (a día 3 de mayo del 2020), procedo a publicarlo libremente, sin detrimento del nombrado concurso ni de sus condiciones de participación]. — ...lo que trato de decir es que la sentencia “uno para todos y todos para uno”, no es más que una lindeza sin mucho más peso que el del énfasis en la camaradería, que por otro lado no era tal, y una pincelada de epicidad a la ya exagerada historia que Dumas estaba contando. —En ese momento reparó en que su interlocutor no prestaba atención a sus palabras, calló—. ¿Acaso está escuchando lo que le explico? — Disculpe, —dio un sorbo a su agua sucia con olor a café— me preocupa lo que nos ocupa a ambos, en estos momentos. ¿Cómo dice que pretende que entremos al casoplón Cadbury ? —Lanzó una mirada inquisitiva, aunque temerosa, al charlatán de su soci...

Evoluciones

¿Qué queda tras comprenderlo? Nada. Nada permanece vivo cuando has mirado al abismo a los ojos. No hay vuelta atrás cuando comprendes que sólo eres una mota, como el resto, pero una mota del cáncer más virulento: la tristeza. Nada queda, una vez definido así. Ahora eres una célula suicida con una misión: contagiar de esa actitud al resto de células sanas de un sistema. O eso creen ellas. Es entonces cuando quedas encerrado en una espiral de crecimiento irrefrenable, abandonas tu forma de célula cancerosa para evolucionar en tu siguiente estado: ahora eres un mosquito. Una sanguijuela casi imperceptible a la vista que parece dedicar su frágil vida a sorber la alegría ajena, así te definen. No eres más que un parásito que se alimenta de la felicidad ajena y sólo deja un páramo de incomodidad, a su paso. O eso creen, los de fuera. Una vez cruzada la frontera, ten por seguro que no volverás. Tu na...

Entre velos

En una mesa apartada de miradas curiosas conversan dos individuos, un hombre y una mujer. El sosiego no parece ser el mejor de los atributos de él. Ella, en cambio, vigila su expresión corporal, su tono y volumen y, sobre todo, su entorno. " Dos en la barra, jubilada y comercial. Tres holgazanes de la obra pública de enfrente, bebiendo en horario laboral, en aquella mesa. Nadie más. No hay riesgos ". — Antes que entremos en materia, relájate. —le coge la mano derecha con firmeza y la sostiene sobre la mesa.— No te conviene alimentar tu estrés, menos aún que nadie se fije en ti. — Pero ¿cómo pretendes que lo haga? ¿Eres consciente de lo que planteas? —mira a su alrededor, tapa su cara con una mano y deja caer su cabeza sobre la mesa, posando sus manos sobre la nuca.— De esta no salimos, Sarah. De esta no salimos, te lo digo. — Deja que te cuente cómo lo veo yo: —acaba de liarse un ci...

Diálogo interno

Despacio. No tenemos prisa. El Mundo seguirá ahí, cuando hayamos acabado. Seguirán ahí adoquines y farolas. El Mundo continuará observándonos, impávido. Eterno bodegón inamovible. Frío edificio gris. Continuemos, pues, nuestro camino. Nada hay que deba influir en ello. No mires, no escuches. Sencillamente: camina. Camina y no cedas un paso al sendero, pues al otro extremo nos espera el descanso. No necesitamos apresurarnos, solo camina. No repares en la mirada de cuervos o en el baile que dibuja el ramaje, sólo tratan de desviarte de tu camino. Del nuestro. Camina y no preguntes, no dudes. Jamás has de dudar de mí, pues ¿quién más hay aquí? Oh, ya. ¿Dudas ahora? Sigamos, nos aguarda el verdadero descanso. Vamos. ¿Qué haces ahí parado? El camino está a este lado. ¿Qué pueden tener de interesante esas flores? ¿Y esas lagartijas, correteando entre las rocas? Nada. Nada q...